El casco vikingo.

Al contrario de lo que mucha gente piensa, el casco vikingo nunca tuvo cuernos. Los originales eran redondeados o con forma cónica y la mayoría de veces con protector de ojos y nariz.

Esa idea proviene del siglo XIX y se atribuye al pintor sueco Gustav Malstrom que los plasmó con cuernos en sus ilustraciones del poema épico “La Saga de Frithiof”, con el objetivo de equipararlos a auténticos demonios. Y también a los vestuarios utilizados en las óperas de Wagnner. A partir de estas primeras interpretaciones, la imagen del casco con cuernos fue calando en la cultura popular, también gracias a las nuevas tecnologías de comunicación (cine, publicidad, cómics,...).






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